22 de abril 2025 11:22 por: Víctor Espinoza
BV 170 abril-mayo 2025
Según nuestra base de datos existen aproximadamente 32 mil conductores de transporte público de pasajeros en Ecuador, destinados a movilizar personas y encomiendas importantes para la economía y el desarrollo del país; pero, esos conductores sufren estrés constante porque están expuestos a factores de riesgo de un proceso degenerativo físico y psicológico.
Carlos Camacho, psicólogo clínico y psicoterapeuta, coordinador del área de Salud Mental del Hospital Martín Icaza, manifiesta que el sedentarismo por jornadas de 12 horas de un chofer, las altas o bajas temperaturas, el ruido, alimentación inadecuada sin horario, la exposición a la violencia en las vías, afectan su seguridad y salud.
El cambio o alteraciones conductuales de los choferes de buses que transportan pasajeros se producen por la falta de descanso, vinculado con el sueño. Además, por el consumo de bebidas alcohólicas, tabaco, energizantes u otras sustancias que originan cuadros de depresión y ansiedad.
Un conductor deprimido con el Síndrome de Burnout o del quemado, presenta irritabilidad, enojo, convulsiones y conductas egocéntricas. Estará siempre a la defensiva y no va a tener un rol empático con los usuarios.
• Presenta dificultad para entablar diálogos normales. No acepta sugerencias y al momento de responder o preguntar se queda con la mente en blanco.
• Tiene dificultad para expresar sus opiniones o derechos, esto se traduce en temor o conductas excesivas de alto riesgo en las vías, pues es una persona que presenta inestabilidad mental.
• Esto incide en la manera de conducir, con efectos negativos que incluyen: aumento en los niveles de hostilidad, competitividad exasperada, impaciencia, imprudencia y menor concentración.
• Los problemas de inseguridad como robos o asaltos dentro de la unidad. Delitos de los que en ciertos casos los usuarios culpan al chofer por supuesta complicidad, generan al conductor y su tripulación malestar e irritabilidad y los mantienen a la defensiva.
La ansiedad se deriva en pensamientos distorsionados e inoportunos como incrementos de dudas, sensación de confusión, tendencia a recordar cosas desagradables, pérdida del apetito, dificultad para conciliar el sueño, fatiga, irritabilidad y conductas compulsivas reflejadas en dificultades para atender a los usuarios, aumento de despistes, descuidos, ocupación excesiva. Todo ello suele ser ocasionado por conflictos familiares o laborales y en ciertos casos por exceso de trabajo sin descanso.
Una persona con depresión va a tener ideas suicidas y alguien con ansiedad tendrá miedo a la muerte. Pueden convertirse en individuos despistados con mala concentración y sin equilibrio de la memoria al momento de conducir.
Los conductores que sufren estrés constante no pueden medir los riesgos de accidentabilidad al sentir muchas dudas y confusión con tendencia a recordar situaciones desagradables con los usuarios y ocasionan conflictos frecuentes con sus colegas. Compiten en las vías por ganar pasajeros sin medir consecuencias como causar accidentes fatales y luego huyen por instinto, si logran sobrevivir.
Camacho recomienda dormir más tiempo, mejorar la nutrición, realizar actividades físicas y pausas laborales, abstenerse del consumo de tabaco, alcohol y energizantes que producen una falsa seguridad a los conductores y les hacen cometer errores.
Cree que se puede cambiar la realidad de que los conductores sufren estrés constante con una debida concienciación de la clase empresarial y del volante en lo concerniente a la responsabilidad de movilizar vidas humanas. Normar el trabajo diario, contar con un Psicólogo; realizarles pruebas periódicas de toxicología, psicologicas y evaluaciones en las escuelas de formación de choferes profesionales dos veces por año, además dotarlos de un seguro personal y familiar.