25 de octubre 2025 12:52 por: Redacción Buen Viaje
BV 173 oct-noviembre 2025 • Quito
En el corazón de la economía ecuatoriana, el transporte pesado carga con una paradoja: el subsidio al diésel, creado como un salvavidas, se ha convertido en un lastre que frena su modernización. Si bien el gremio lo defiende con razón ante el temor de un aumento de costos, existe una realidad incómoda que debe abordarse: la dependencia de esta ayuda estatal enmascara problemas de fondo que, de no resolverse, condenarán al sector a la ineficiencia perpetua.
Al analizar competitividad Vs subsidio, el verdadero problema no es solo el costo del combustible, sino un modelo de gestión artesanal que el subsidio ayuda a perpetuar. Muchos transportistas operan sin herramientas modernas de administración, sin control de costos operativos reales y sin estrategias para optimizar rutas o cargas. Las pérdidas generadas por esta falta de profesionalización se intentan compensar con el subsidio, creando un círculo vicioso de dependencia.
Cualquier subsidio, y en especial uno tan masivo como el del diésel, distorsiona la realidad económica de un negocio. Actúa como un analgésico que calma el dolor financiero inmediato, pero impide diagnosticar y curar la enfermedad de fondo: la falta de competitividad y eficiencia. Mientras los transportistas de Ecuador se aferran a una ayuda que drena las arcas del Estado, sus pares en Colombia y Perú avanzan con flotas modernas, logística optimizada y una gestión empresarial que les permite ser rentables en un mercado real.
Está en transformar la ayuda en inversión. Los recursos liberados por una eventual eliminación gradual del subsidio deben reinvertirse en el sector: en programas de capacitación en gestión financiera, en acceso a créditos para renovar flotas y en herramientas tecnológicas para una operación más eficiente.
El desafío es migrar de la cultura del reclamo a la cultura de la competitividad. La profesionalización es el camino para dejar de ver al subsidio como una necesidad y empezar a verlo como lo que es: un obstáculo que les impide desarrollar un negocio sólido, moderno y verdaderamente sostenible.
El futuro del transporte no depende de aferrarse a un subsidio, sino de la capacidad de sus actores para administrar su negocio con la misma destreza con la que conducen sus vehículos.