El asesinato de un valiente nos afecta; pero no debe derrotarnos

22 de agosto 2023 2:07 por:

Para registro histórico

Hubiéramos querido que este editorial fuera distinto, pero las circunstancias nacionales nos obligan a que, una vez más, nos refiramos a la grave crisis que estamos atravesando.

El vil asesinato de Fernando Villavicencio el 9 de agosto a la salida de un mitin político en el norte de Quito, deja una peligrosa fractura en nuestra sociedad. De ese acto cobarde solo podemos manifestar nuestro rechazo e indignación y, el profundo dolor de todos quienes hacemos esta Revista al ver cómo el país se desangra y resquebraja. 

Ecuador, su institucionalidad, su sociedad están heridas. Para muchos, Fernando Villavicencio era un referente de lucha contra la corrupción y está claro que ese fue el motivo del crimen. La justicia que ha perdido credibilidad entre nosotros, es la encargada de determinar quiénes y por qué lo hicieron. Es su oportunidad de demostrarnos su valía.  

El viernes 11 de agosto, el Ecuador se despidió de Fernando Villavicencio, candidato a la presidencia de la República.  En este acto, celebrado en la intimidad de la familia, estuvimos presentes simbólicamente, acompañando con nuestros corazones a su familia y amigos. En el último adiós formulamos la esperanza de que su muerte no haya sido en vano, que no caerá en tierra estéril; todo lo contrario: su valentía nos debe dar fuerzas para seguir trabajando por nuestros ideales por muy difíciles que parezcan.

Así es. Pretendemos permanecer convencidos que con nuestro mejor esfuerzo se crearán condiciones para continuar amando a ese Ecuador amable donde hemos vivido en paz y que ahora intentan arrebatárnoslo. A pesar de lo adverso que parece, debemos trabajar para que no nos derroten. Nosotros, los que luchamos el día a día, desde nuestras trincheras, seguiremos peleando para reconstruir a este país que tanto amamos; para que nuestros hijos y nietos sepan que aquí tienen oportunidades y no quieran migrar por desencanto. Que los jóvenes sientan que en el Ecuador se puede soñar.

No vamos a ceder en nuestro empeño. No vamos a permitir que la violencia y la muerte se conviertan en algo cotidiano. Sepamos que si es posible dejar de vivir con miedo. Por eso, todos los días nos levantaremos con ganas de construir un mejor futuro: para nosotros, los seres queridos, los colegas del trabajo, los compañeros de aula, los vecinos del barrio.  Pero con nuestro esfuerzo no basta, es imposible hacerlo solos. En este punto, es urgente el accionar de las autoridades, de ellas depende el futuro. ¿podrán hacerlo?