22 de agosto 2023 9:00 por: Francisco Celi
BV 160 agosto-septiembre 2023 • Machala
En ciudades y carreteras los transportistas de carga o pasajeros deben enfrentar el peligro de la impericia o desorden de motos y autos conducidos por personas con escasos conocimientos de normas de tránsito.
Cinco conductores experimentados analizan esta problemática común en el país, que es más crítica en la Costa, donde existe más mototaxis, motos eléctricas, tricimotos, hasta carretillas de carga.
El conductor azuayo, René Ochoa cuenta que está por cumplir 50 años como profesional; sin embargo, cree que aprendió a conducir bien recién cuando fue a vivir a Nueva York donde tuvo que respetar todas las normas de tránsito. “Acá, cualquiera se bota a la calle con un vehículo, cruza semáforos, va en contravía, para en el paso cebra, no pone direccionales, no lleva papeles, rebasa por la derecha; y, por último, si se golpea con el vehículo grande se hace la víctima, solo porque tiene un vehículo pequeño”.
Ochoa, conduce un bus turístico que recorre El Oro y Azuay. No culpa tanto a los agentes de tránsito; pero sí a la cultura de los conductores por la pobre responsabilidad que demuestran al conducir sin respetar las señales y normas de tránsito. Considera que los GAD deben poner orden.
En el mercado municipal de la ciudad orense de Santa Rosa, un camión repartidor de víveres tiene dificultad para estacionarse en la zona reservada para descarga. Discute con un conductor de un auto mal estacionado. Se niega a dar su nombre, pero alza la voz para reclamar por el desorden en la calle y la falta de acción de los vigilantes municipales. Finalmente, da solo su apellido: Vásquez, quien exige denunciar a “conductores sin licencia que no saben ni estacionarse”.
Multa por ingresar en calle desconocida
Ángel Encarnación, con 40 años de experiencia, tuvo que pagar 907 dólares en Guayaquil cuando los agentes de la ATM lo detuvieron en una calle aledaña a Industrial Molinera, con el camión cargado de harina. Cree que abusaron por ser lojano, puesto que siempre rodó por esa calle sin señalética y no tuvo problemas.
La elevada multa lo marcó obligándolo a tomar precauciones y observar las normas municipales que, según la ciudad, se aplican de manera diferente. Por ejemplo, en las grandes ciudades es más difícil conducir que en las pequeñas donde casi no se aplican las ordenanzas o la vigilancia es mínima. Encarnación acepta que es cuestión de educación vial y cultura de cada conductor.
En la zona céntrica de Santa Rosa, el dirigente de Cooperativa Virgen de El Cisne, José Chamba, luego de observar por un tiempo el tráfico en una esquina muy concurrida, indicó una lista de anomalías que afectan el tránsito: el semáforo apagado, la parada de buses en la esquina obstruyendo la visibilidad hacia la calle transversal, la circulación de dos jóvenes mujeres en motos eléctricas girando en contravía y finalmente, autos estacionados a los dos lados de la calle.
Desde la cabina de su camión, afirma que los grandes vehículos tienen dificultades para circular en calles caotizadas, no pueden cargar o descargar con facilidad o cuando ocurre un accidente; “es más fácil sancionar al camión, bus o tráiler que a la moto o auto”, indica
José Barrientos que espera su turno para ingresar su carga al recinto aduanero, comenta sonriente sobre la circulación en ciudades peruanas: “Allá es peor”. De buen humor, considera que las autoridades deben aplicar mano dura para poner orden a los violadores de la ley. El conductor peruano rechaza el caos que provocan en Perú y Ecuador las mototaxis que, a veces, son conducidas por muchachos sin licencia. Culpa a los alcaldes por no aplicar sistemas de vigilancia y control.