21 de octubre 2023 1:11 por: Luis Ruiz
BV 161 octubre-noviembre 2023 • Guayaquil
El pasado año, según estadísticas de Terminal Portuario de Guayaquil, movilizaron medio millón de contenedores de más de 250 embarcaciones de diferente calado, pero de dimensiones gigantescas como Post Panamax, Neopanamax o Panamax. Estas colosales construcciones permiten transportar entre 8.000 y 14.000 contenedores (de 20 y 40 pies) por viaje. El 2022 fue un gran año.
Pero, no lo es 2023 para quienes transitan el transporte pesado y tienen su pequeña empresa con RUC para facturar; no encuentran mayores oportunidades. Se esfuerzan para aumentar prestaciones, minimizar costos y precios, para “atrapar en la red un pescado”. El panorama es difícil por la competencia desleal o la monopolización de servicios.
Y es que las agencias navieras han hecho un “enganche” para sus clientes a través de las líneas navieras que también ofrecen transporte terrestre afectando a los transportistas independientes. Lo crítico es que esto está regulado por las leyes ecuatorianas.
Líneas navieras no son agencias navieras.
Las líneas son los armadores, los dueños de las naves quienes contratan a una agencia naviera para hacer su operación en Ecuador. La agencia naviera NO puede ser una empresa de transporte pues necesita otro tipo de documentación y certificación. En consecuencia, debe limitarse a representar a los buques para que lleguen y salgan del Ecuador.
Las líneas navieras han creado sus propias unidades de negocios.
Por ejemplo, la tercera empresa a nivel mundial en movimiento de carga, creó su empresa CMA CGM Ecuador donde maneja la comercialización incluido el transporte. El pasado 9 de septiembre, el buque Alexander Von Humboldt de esta multinacional llegó al puerto de aguas profundas de Posorja. Es hasta ahora la embarcación de mayor tamaño que ha arribado a Ecuador y Sudamérica. Trajo centenares de contenedores para comercializar. Pero no hay registros de que el movimiento lo haya realizado un transportista pequeño.
“Esto es lo que nos mata”.
“Tienen toda la estructura monopolizada, la rueda gira solo para las grandes empresas y nosotros no tenemos mayores chances de trabajar. Rara vez, cuando no abastece su personal o sus carros por la cantidad de contenedores, nos subcontratan y pagan lo que a ellos les parece”, dijo Henry Mendoza, transportista con más de 20 años afincado en las periferias del puerto marítimo.
A lo largo de la avenida 25 de Julio, una fila de cabezales aguarda su oportunidad. Allí, Mendoza espera con impaciencia que lo contraten. “No hay trabajo, estoy esperando que el dueño del carro consiga algo y me llame, pero es complicado si no se trabaja con un tercerizador”, explicó. Y es que una línea naviera, con un capital importante, también suele subcontratar.
En Ecuador existe la Subsecretaría de Control de Mercado, cuya función es evitar la monopolización de los servicios para diversificarlos y no caer en el acaparamiento. Pero, mientras no infrinjan la ley, las navieras seguirán incursionando y ampliando su abanico de negocios.
La mala competencia
A esta vicisitud hay que añadirle otra desventura: el poco trabajo que se pellizca es mal remunerado porque tienen competencia desleal de los transportistas no regularizados.
Movimientos de contenedores de 20 pies, entre Posorja y algún patio en Guayaquil, deben costar un promedio de 200 dólares; pero, hay quienes ofrecen el servicio a través de un tercerizador por 140 dólares. Esto es una derrota catastrófica para un transportista formal que tiene su documentación en regla y tributa impuestos.
A esto, hay que agregar que los carros no pueden permanecer mucho tiempo aparcados a lo largo de las vías, ni por fuera de los patios, ya que se exponen a multas por parte de los agentes de tránsito. Los transportistas, pese a que conocen que RBV busca soluciones, muchas veces prefieren opinar en el anonimato para evitar que luego, hasta lo poco que hay, desaparezca en referencia al trabajo.