18 de diciembre 2023 9:00 por: Ana Maria Moncayo
BV 162 diciembre-enero 2024 • Quito
A nivel de asociaciones o gremios profesionales, la unión organizada consigue sumar las voluntades de quienes están de acuerdo en una propuesta colectiva. Es decir, en el grupo se acumula la experiencia de cada integrante para conseguir que las oportunidades de éxito sean mayores. El hecho de dirigirse juntos en una misma dirección hace más fácil superar las dificultades.
En el sector del transporte pertenecer a una organización es fundamental. La función de las federaciones, cámaras, asociaciones, corporaciones y más, es respaldar a sus afiliados en las peticiones o reinvindicaciones que consideran importantes para desarrollar su trabajo con seguridad y calidad.
En nuestro país la organización gremial del transporte está diversificada aunque atomizada. Por ejemplo: 1) Hay organizaciones de carácter local, provincial y nacional; 2) Por forma asociativa: federaciones, cooperativas, asociaciones; 3) Por modalidad: carga o pasajeros. 4) Por tipo de servicio: urbano, escolar, institucional, turismo. 5) Por la ruta de transporte: parroquial, cantonal, interprovincial. Cada especialidad tiene más de una organización que dice representarlos y velar por sus intereses y objetivos comunes. Analizando bien, son tantas las organizaciones de todos los rincones de la patria, que se parecen a los centenares de partidos políticos que surjen sin control.
Deberían servir para respaldar.
Formar parte de un gremio no sólo allana el camino para mejorar las condiciones de trabajo de sus afiliados, sino que debe dotar de identidad a sus integrantes. Gracias a la organización el transporte debería ser escuchado y sus requerimientos puntuales tomandos en consideración según sus características. Las necesidades del transporte escolar son distintas a aquellas del interprovincial o de mercancías.
Dos cabezas piensan mejor que una.
La organización aleja la soledad y juntos pueden encontrar soluciones idóneas. El rol de la dirigencia es trascendental al momento de negociar en nombre de sus representados, sabiendo que no es fácil hacerlo ante autoridades con poder de decisión que no quieren perder réditos políticos y prefieren sacrificar al menos preparado. Por eso, los dirigentes deben estar concientes que su rol principal es ser mediadores entre las demandas de sus afiliados y toda la estructura de autoridad del país.
En el Ecuador las organizaciones de transportistas han jugado un papel clave en el quehacer nacional. Si alguna de ellas (entre las más fuertes) decide parar sus actividades el caos aparece inmediatamente. El transporte es estratégico: diversifica la economía, genera trabajo, riqueza y fomenta la producción. Si el transporte de mercancías o personas se detiene, el país se paraliza.
Una adecuada organización
Afiliados unidos y una dirigencia inteligente, especializada y técnica lograrán mantener un equilibrio entre sus propias demandas sin afectar a la sociedad. En ningún caso es posible conseguir objetivos propios a costa del sacrificio de otros.
El transportista es gente del pueblo.
Por eso, dirigentes y agremiados no deben olvidar que su actividad es una expresión de la diversidad de nuestra sociedad. Y, aunque ninguna organización es cómoda para el poder de turno, la verdadera fortaleza de cualquier asociación gremial reside precisamente en la capacidad de llegar a la meta con el menor daño colateral posible, maximisando las ganancias y minimizando las pérdidas, pero sin atropellar a los demás.
En otras palabras, la calidad y eficacia de una dirigencia puede medirse en el nivel de solidaridad al momento de alcanzar los acuerdos, porque esas decisiones influirán directamente en aquellos a quienes se debe este sector.