14 de enero 2020 10:20 por: Maritza Guevara
AMBATO
Por Natanael Lucas Santos
Las empresas de papel son una realidad, pero nadie quiere hablar al respecto. Existen, pero si alguien se atreve a señalarlas podría verse perjudicado. “La verdad es que a mí me pagan el servicio y solo doy la guía de remisión de lo que transporto. Allá el señor que me contrata se arregla con esa empresa”, dijo Amado, nombre con el que se identificó el transportista que lleva productos a una empresa de Quito (no mencionó su nombre).
Estos “intermediarios” son como una enfermedad desde hace algunos años en el transporte; son las empresas fantasma que tienen RUC pero no cuentan con una flota propia para desarrollar el transporte. Por esto contratan a transportistas, pero a precios muy menores a lo que facturan, hasta un 40 ó 50% menos de lo que en realidad cuesta el flete. “Pero pagan de contado y al momento, es por la necesidad inmediata que les acepta”, dijo otro transportista quien prefirió reservar su identidad. “La empresa establecida para el transporte es la que debe facturar, no otra que ofrece otros servicios”, añadió.
La ANT, para evitar este tipo de irregularidades, exige que solo la empresa emita facturas, y que tenga el RUC. Deben ser operadoras debidamente regularizadas y organizadas con una directiva y estatutos.
Los transportistas se afilian y gastan hasta USD 1500,00; pero eso no les asegura trabajo para su carro. Las “empresas de papel” se dan modos para cruzarse en el trabajo con precios irrisorios y hacer competencia desleal.
Según los transportistas con los que conversó BUEN VIAJE, el Gobierno debe ordenar controles rutinarios e investigaciones a fondo para descubrir y cerrar estas mal llamadas empresas. “A través de los organismos competentes, acudir a las direcciones reportadas en las facturas para ver si cuentan con la infraestructura y los vehículos que declaran”, concluye nuestro entrevistado.
DATO:
Nuestra base de datos registra 202 empresas de transporte de carga pesada en Tungurahua; pero las localizadas son 121; casi el 50% de ellas podrían caer en la categoría de empresas de papel.