19 de abril 2021 9:00 por: Maristher Guevara
BV 146 Abril - Mayo 2021 • Quito
Débora Ortiz nació en Guayaquil, pero creció cerca del cantón El Triunfo en una propiedad rural que le permitió establecer una conexión temprana con la naturaleza. Su madre es sastre certificada como artesana y es quien la contagió el amor por la artesanía.
Todo comenzó… En el colegio, Débora participó en un concurso organizado por su profesora de Ciencias Naturales que consistía en hacer un hongo y pintarlo con acuarela. Cuenta que la situación económica de la familia en ese momento era tan difícil que tuvo que pedir prestadas las acuarelas. El premio era un plato de comida del bar con un vaso de cola. Débora no compitió por el premio, lo hizo por la satisfacción y entretenimiento del proceso. Sus habilidades le permitieron ganar el concurso. Después de ese episodio pasaba su tiempo libre dibujando y leyendo.
Su vida profesional
Graduada de Contaduría Pública se desempeñó en varios ámbitos como ventas, comunicaciones, banca y inclusive llevó la contabilidad de la liga cantonal. Al salir de su último trabajo empezó a colaborar con su madre quien elaboraba jarros de cerámica. Interesada en aprender más, Débora investigó y se auto educó. Es apasionada de los acabados de alta calidad como la porcelana rusa. Nos cuenta que el mundo de la porcelana es inmenso y se puede hacer de todo: relojes, joyería, lámparas, cuadros, llaveros, adornos de los interruptores, jarros. En ese tiempo, su madre hacía la masa y ella le daba la forma. El inicio fue complicado hasta aprender cómo manejar sus dedos y los materiales. La mayoría del aprendizaje se dio por la práctica. Débora dice que 10% se obtiene de un tutorial o teoría y el resto es practicando. Inclusive, tuvo un sueño donde sentía que tenía una guía divina que le estaba guiando para hacer su arte. Al principio fue un reto, pero no se dio por vencida. “Más que inteligencia, es perseverancia e insistencia, así se logran las cosas”, dice.
Lo que el arte representa
“Cuando diseño un producto lo hago como si fuera para mi” sostiene. Nos cuenta que le gusta hacer las cosas bien elaboradas. Entrega lo mejor a sus clientes y no se limita. Si hay que aumentar “un cristal, una pepita o algo dorado adicional”, lo hace solo para alegrar e impresionar a su cliente. Por eso sus productos son personalizados. El objetivo es que no se pueda encontrar nada igual en otra tienda. Ella quiere hacerle sentir única e importante a cada persona. Por eso no repite los artes, todos son diferentes aunque los haga en volumen, “aunque sea el moño, un rasgo o un color”. Lleva un año en el arte de la porcelana y ha logrado satisfacer las expectativas de sus clientes.
¿Quién es Débora Ortiz?
Se considera una persona a quien le importa el bienestar de los demás, no lastimar a las personas y cuidar su corazón. Además, siente gran admiración por el medio ambiente. “El Creador Magnifico hace tantas cosas a través de la naturaleza” reflexiona muy apasionada. Cuando joven les cantaba a las plantas, les limpiaba las hojas y les hablaba dándoles cumplidos y logró hacer un jardín frondoso. “La naturaleza es vida y nosotros los seres humanos tenemos una profunda conexión con ella, eso debe respetar y cuidar”. La naturaleza la inspira para hacer sus diseños.
Mimart
Es su empresa de diseño para jardines, porcelanas, joyería y asesoría para decoración de espacios. Débora cree en proporcionar un valor añadido que no caiga en la exageración; sino más bien en el buen gusto y profesionalismo. Asegura que para decorar un espacio no se necesita un presupuesto altísimo, solo se requiere elegancia y conocimiento. Su deseo es que la decoración de interiores sea accesible para todos. Con ese fin está para colaborar con sus clientes y hacer de esto no una carga, sino una manera de expresión y satisfacción.