21 de octubre 2023 9:00 por: Ana Maria Moncayo
BV 161 octubre-noviembre 2023 • Quito
Aunque la CTE es la institución especializada en tránsito, lo cual supone perfecto conocimiento de sus tareas para aplicarlas a los conductores con justicia y rectitud, un gran número de conductores y transportistas coinciden que no cumple con las funciones para las que fue creada, no sólo en la vía Alóag – Santo Domingo, sino a nivel nacional.
Esta verdad molesta a los ecuatorianos de manera tan grave que mal juzgamos a la Comisión de Tránsito del Ecuador por culpa de los constantes y reiterados actos de corrupción de sus agentes. Su mala imagen es generalizada pese a que los altos mandos se empeñan en desvirtuar tanta queja. Multas injustificadas, sobornos, intimidación y hasta descaradas solicitudes de dinero son algunas de las denuncias de los conductores que han sido víctimas de estos malos funcionarios.
Todo chofer sabe que un vigilante solo puede detener la marcha de un vehículo por dos razones: cuando ha cometido una infracción de tránsito o cuando se trata de un operativo debidamente planificado.
Sin embargo, los transportistas que recorren todos los rincones del país afirman que esto no se cumple. Los malos agentes detienen a los vehículos sin motivo aparente y, sobre la marcha, buscan cualquier pretexto para imponer una multa. Un vehículo detenido, es vehículo multado.
Afirman que el trabajo de los vigilantes de la CTE debería ser preventivo y no persecutorio. Pero, para molestia nacional, ellos piensan que el rol de la CTE se reduce a intimidar, amenazar, buscar el mínimo pretexto para imponer una sanción, por lo cual se nota claramente que está lejos de brindar seguridad a quienes utilizan las carreteras.
Este proceder lo único que ha ocasionado es un deterioro de la imagen, respeto y confianza hacia los vigilantes de la CTE y esto redunda en el desprestigio de la institución. Si a esto añadimos la falta de sanción a los malos agentes (impunidad), tenemos como resultado un descontento general que cada día está aumentado al punto que hemos visto casos de agentes maltratados por conductores enojados que les han perdido el respeto. La frustración, cansancio e impotencia es evidente entre los transportistas.