20 de junio 2024 9:04 por: Ana Maria Moncayo
BV 165 Junio - Julio 2024 • Quito
Los gobiernos siempre han buscado optimizar su administración. En el caso ecuatoriano, es frecuente escuchar que el Estado es obeso y que el gobierno central concentra todas las funciones sin permitir que éstas sean asumidas por los gobiernos locales. Se acusa a quienes están en la presidencia de “centralistas”, pues concentran todas las atribuciones y responsabilidades y asumen el control político – administrativo de todo el territorio.
Desde sus orígenes el Ecuador fue un estado centralista. En este tipo de estados, el gobierno central monopoliza la actividad administrativa y ejerce de forma privativa la autoridad política y económica; es decir, la capacidad de gobernar, el poder y los recursos.
Este estilo de gobierno vertical no permitió que los gobiernos seccionales (provinciales y municipales) tengan autonomía y administren sus territorios. Está comprobado, entonces, que este tipo de administración es ineficiente, engorrosa, lenta, costosa y ocasiona una buena parte de los problemas de una nación.