22 de abril 2024 9:00 por: Yolanda Quinche
Ambato • BV 164 - Abril-Mayo 2024
No es para los débiles de corazón.
Los estibadores a menudo provienen de entornos socioeconómicos desfavorecidos donde el trabajo duro es vital para salir adelante. Sus jornadas laborales comienzan en la madrugada y pueden extenderse hasta la noche, sin días libres ni feriados. Desde las inclemencias del tiempo hasta las exigencias físicas del trabajo, cada jornada presenta sus propios desafíos. María Ramírez, una estibadora, relata que al principio fue duro acostumbrarse al ritmo y al peso sobre sus hombros, “pero con el tiempo aprendes a trabajar, a cuidarte físicamente y a valorar cada logro, por pequeño que sea”.
Oficio de generación en generación.
Numerosos estibadores descienden de familias dedicadas a este oficio por generaciones, y han encontrado en esta labor una oportunidad para salir adelante. Juan Rodríguez, cuyo padre y abuelo fueron estibadores antes que él, reflexiona sobre su legado: “ser estibador es más que un trabajo, es una tradición, una forma de honrar a mi familia y de contribuir al progreso de mi comunidad”.
Aportando al transporte terrestre.
Sin la experiencia, habilidades y capacidad física de los estibadores, el transporte de carga pesada estaría incompleto. Estas personas son fundamentales para garantizar que la carga se mueva a lo largo de la cadena de suministro.
María Guanuche, quien suministra alimentos desde el Mercado Mayorista de Ambato, destaca la relevancia de los estibadores al afirmar que son el apoyo vital de las operaciones comerciales. Según ella, sin su labor todo el proceso se paralizaría. Subraya su contribución y elogia la dedicación que muestran, por lo cual son merecedores de admiración.
En un mundo de máquinas donde el tiempo es dinero, los estibadores representan el sesgo humano en los procesos mecanizados, dando un toque de calidez. Su gran esfuerzo lo hacen, a veces, con una amable sonrisa para aliviar el día.