21 de noviembre 2023 12:44 por: Maritza Guevara
BV 161 octubre-noviembre 2023 • Quito
¿Cómo se ha sentido cuando ingresa en un bus y observa el cuidado y alegría llena de colores que su propietario ha colocado en el techo, sobre el tablero, en el parabrisas, la palanca de cambios o su asiento? Así viaja muy bien acompañado de “atrapa sueños”, dados de la buena fortuna, el poderoso Mario Bross, algunos peluches, monitos colgantes, banderas de su equipo favorito, etc.
No lo juzgue por el exceso, mas bien calcule cuánto habrá invertido para decorar su Hábitat en el cual se pasa las mejores horas de su vida trabajando y no, precisamente en el cielo, pues a veces los recorridos se vuelven un infierno.
Pienso que cada conductor, al llevar una vida tan dura, especialmente el de buses urbanos que tiene que trabajar más de ocho horas asimilando, sintiendo y hasta siendo víctima del mal genio de algún pasajero mal dormido o con el hígado virado, o porque alguna damita se atrasó, se quedó dormida y tuvo que salir sin el desayuno para llegar a tiempo. Entonces, para recuperar ese tiempo o desahogarse le grita al chofer, le reclama al ayudante o exige que “vaya rápido” o “no corra tanto”.
¡Santo Dios! ¿a quien mismo hacerle caso?
El conductor seguramente alivia su stress mirando sus bonitos adornos y sabiendo que estos no se enojan, ni reclaman, ni exigen, ni gritan. Sólo sonríen y le acompañan en su diario trabajo.