28 de febrero 2024 3:29 por: Maritza Guevara
BV 163 Febrero-Marzo 2024 • Guayaquil
Los tiempos actuales son duros, es un oleaje que vivimos, una prueba que estamos pasando; pero, con mucha fe en Dios no tengamos miedo, esto pasará porque el transporte urbano no morirá pues las ciudades siguen creciendo y siempre nos necesitarán.
Nació en cantón Guachapala (Azuay) en 1945, tiene 79 años. “Mi infancia fue muy dura, desde mis 8 años migré a Guayaquil empujado por la pobreza. De los nueve hermanos, dos mayores salieron a Guayaquil a trabajar y yo también me vine para acá”.
¡Que pequeño sería yo! que nadie me daba trabajo. En vista de eso mi hermano me pidió que regrese a la casa. Pero, yo salí haciendo una promesa -ante Dios- a mi madre que le ayudaría económicamente. Mi hermano me dio un cajón para abetunar zapatos. Me mantuve unos tres años aunque no me gustaba porque encontré jóvenes que fumaban marihuana pero nunca me dañé.
Luego, fui a limpiar latas en una panadería donde los hornos eran de leña, me pagaban unos 20 sucres mensuales; estuve seis meses. Un día me encontré con un señor que me ofreció trabajo en su restaurante y me daba la comida. Entré a los 11 años y salí a los 17. Ingresé lavando vasos y desinfectando cubiertos, luego lavaba ollas y platos. Con ese salario enviaba dinero a mi madre cada quince días.
Observando con mucho interés al maestro de la cocina aprendí a cocinar. Así fue como en Puerto Nuevo se inauguró un restaurante para los americanos y yo preparaba la comida. Salí de allá con la mentalidad de ser conductor.
La licencia de tercera en 1968.
Para obtener la licencia profesional me fui a vivir un año en Babahoyo en la casa de Nelson López, porque en Guayaquil no me daban la matrícula pues me faltaba un año de edad.Con mi licencia regresé a Guayaquil donde el Dr. Carlos Estarellas Merino, un político notable, me contrató como su chofer. Con lo que ganaba pude comprarme un Datsun 1000 para taxi en 1970 y en 1972 compré un taxi nuevo Nissan.
Mi ingreso al transporte urbano.
Don Nelson Vargas (+) directivo de Coop. Río Amazonas me vendió su colectivo para transporte urbano. Costó 700 mil sucres y le pagaba semanalmente para cancelar pronto. Yo tenía unos 29 años.
Ingresé como socio a la Coop. Grupo 9 donde trabajé hasta el 2005. Éramos 80 socios y los buses tenían una sola puerta, carrocería de madera y lata. Mi bus fue Chevrolet 1972 para 41 pasajeros. Salía a las 4 o 5 de la mañana y regresaba cerca de las 11 de la noche. El pasaje costaba un sucre en el colectivo y en el bus popular seis reales. Los colectivos eran de carrocería metálica y mejor presentados. Los buses populares tenían carrocería de madera, bien grandes e incómodos, la gente viajaba de pie.
Por 1976 me compré un bus nuevo de dos puertas, un Ford 600 con carrocería Thomas de Quito. En 1978 compré un tercer bus del año Mercedes Benz 1314, carrocería Thomas.
La línea hasta la Martha de Roldós.
Teníamos la línea desde Huancavilca atrás del Hospital del Seguro hacia la Estatal en el centro. En 1982 se inauguraron las ciudadelas Sauces 3, Martha de Roldós, La Floresta y otras. La Martha de Roldós no tenía quien atienda a esos pasajeros. Con mi sugerencia la directiva aceptó alargar la línea hasta esa ciudadela y fue una buena decisión.
Cambio de estación hacia La Prosperina.
Analizamos que el recorrido total de la línea era muy largo y estábamos perdiendo, así que decidimos “partir en dos” la línea. En eso se me viene la idea de cambiar la estación hacia la Perimetral que estaba botada y era peligrosa. Sugerí que entremos por el km. 6 ½ de La Prosperina aunque las calles eran dañadas, pero había mucho pasajero. La Prosperina conectaba con la Perimetral y pude observar que la gente caminaba para coger otro bus a la vía a Daule; entonces sugerí llegar hasta la Perimetral para captar todos esos pasajeros.
Como surgió “La entrada de la 8”.
Por el noroeste había campo y haciendas y la gente salía a pie cargando leche y más productos. Era necesaria una línea urbana porque ellos iban a la vía a Daule a coger el bus hacia el parque la Victoria. Era un sacrificio muy grande su trayecto.
Con los compañeros desbrozamos la maleza con machete para hacer el camino de ingreso de los buses y se avanzó hasta el punto Guerreros del Fortín. Así fue como quedó bautizada “la entrada de la 8” y los buses circulaban llenos.
Nueva Línea: la 84.
Siendo socio de Coop. Guayaquil Ltda. buscamos por el norte una nueva línea, con mi hijo y cuatro compañeros hicimos el trazado y así surgió la línea 84 desde la terminal terrestre hacia la Bahía. El gerente se oponía y me dijo que si algo sale mal con la nueva línea “te vas afuera”. Cuando todo quedó aprobado, el gerente tuvo que reconocer mi trabajo y así evité que me expulse porque me acusaba de dividir y disociar. Ventajosamente la línea fue “demasiado buena”. Hoy, puedo decir que esa cooperativa pasa momentos difíciles y solo le queda la línea 84 que les está permitiendo sobrevivir.
Se permitía poseer varios buses.
Puse un bus Mercedes Benz en la Coop. Guayaquil Ltda. Grupo 1 (yo dejé mis tres carros en la Grupo 9). En ese tiempo no era prohibido tener varios buses. Esa Cooperativa tenía dos líneas: la 74 y la 2, pero con el mismo recorrido provocando peleas entre compañeros y choques. Sugerí que partamos el recorrido para que cada línea tenga dirección propia. Fue una buena solución aunque no tuve el apoyo de todos los socios, incluso del gerente.
La famosa Línea 132.
Saliendo de adentro hacia la entrada de la 8, de ley teníamos que salir al Km. 6 ½ donde se quedaban todos los pasajeros para cruzar al otro lado a tomar el bus hacia la Terminal.
Para ganar esos pasajeros trazamos la línea con mi hijo Abel quien, mientras yo manejaba, registraba un croquis con el recorrido. Un amigo arquitecto nos hizo el plano que presentamos en la Comisión de Tránsito del Guayas y fue autorizada. Cabe señalar que todas las líneas debían ser autorizadas por la CTG.
No quisieron la 132.
En el Grupo No. 9 donde yo era socio, no se que pasó con los compañeros pues un 50% me “viraron la cara” y me acusaron de ser ambicioso cuando puse dos buses Mitsubishi de 40 pasajeros. Muchos me abandonaron y me quedé con unos seis compañeros (por el año 2000). Con tanto enojo que hasta apedreaban los carros de los mismos compañeros, la línea estaba en peligro de perderse. Entonces, me llamaron de la CTG para indicarme que esa línea la darán a la Coop. Hermano Miguel porque “el Grupo 9 no la quiere y hasta a usted le van a expulsar”.
Frente a eso, conversé con el presidente de Coop. Estrella de Octubre que me pidió la línea 132. Así ocurrió, tramité el traspaso sin cobrar un centavo y yo compré mi derecho de pertenecer a la Cooperativa que es una de las mejores de Guayaquil. ¡Hoy con 122 socios mantenemos la línea 132!
Los pasajeros de antes y de hoy.
El pasajero de antes subía saludando y bajaba agradeciendo. Hoy, ha cambiado, suben descamisados, llenos de tatuajes, mal educados. Claro que hay personas que saludan y respetan. Estamos viviendo una fuerte realidad por la delincuencia. No se puede trabajar ni muy de mañana, ni quedarse hasta la noche, máximo a las 6:00 p.m. hay que retirarse.
Los choferes de antes y de hoy.
Los de antes eran honestos, sinceros, trataban bien las unidades. Ahora, algunos choferes informan al dueño que no pudieron poner diésel porque “les robaron todo”; ellos se hacen el auto robo, es un secreto a voces. Violentan los sensores, suben pasajeros por atrás para quedarse con ese dinero. Dañan, conducen mal, dejan botando la unidad, se van a otro bus y el dueño, pese a que sabe como es ese chofer, lo contrata. Se debe ser más exigentes con los antecedentes profesionales y personales.
Cargos directivos desempeñados.
Fui miembro de los consejos de administración, vigilancia, comité de crédito y mayormente fui jefe de grupo. Nunca quise cargos directivos, he preferido no estar en luneta sino en galería para poder observar a los demás. Mi trayecto ha sido con frente limpia.
La constancia es la clave para todo.
A mis compañeros les he dicho que hay que ser humilde, sincero, no aprovecharse de nadie. No ser oportunista y practicar la honradez para que nadie nos tilde de ladrones. Siempre se puede progresar aunque se haya nacido humilde como yo que “soy hijo de la pobreza”.