Julio Reyes luego de 50 años de experiencia sabe que PRUDENCIA es la virtud del chofer

PIONERO BV 165 JULIO REYES

05 de agosto 2024 4:09 por:

JULIO REYES ES IBARREÑO Y TRABAJA EN EL NORTE DE ESMERALDAS. ES CONDUCTOR DE TODA UNA VIDA. “HOY TENGO 71 AÑOS. LE CUENTO QUE ME CRIÉ CON CARROS PORQUE SIEMPRE HABÍA AUTOS EN LA CASA Y POR ESO APRENDÍ A CONDUCIR DESDE MUY NIÑO. ESE GUSTO HIZO QUE ME INCLINE Y ME DECIDA A SER CHOFER.

Una temporada me fui de la casa porque no me gustaba el estudio y era revoltoso; entonces, a los 19 años me fui a trabajar en Colombia donde aprendí mecánica y trabajé por siete años. Cuando regresé con mis 25 años puse mi taller de mecánica.

Mi mérito me hizo ganar la licencia
Fui parte de los mecánicos de La Policía, les arreglaba los patrulleros y motos. Un coronel me hizo manejar a Quito y como no tenía licencia los policías me paraban, pero al ver al coronel no me molestaban. Viendo mi buen desempeño al volante el coronel me apoyó para que me den la licencia.

Aprendí a manejar en la carretera Ibarra-Tulcán porque mi padre (Vicente Reyes) tenía una Flota Imbabura y en vacaciones andaba con él. Esa vía era “de a de veras dura y fuerte”, partes empedradas y otras de tierra y muy angostas. A un viaje Ibarra-Tulcán-Ibarra se salía un día y se regresaba al otro día.

En buenas condiciones salíamos a las 6 ó 7:00 a.m., cuando no llovía llegábamos a Tulcán tipo 2 ó 3 de la tarde. Pero, cuando llovía nos tocaba llegar hasta en dos días porque el camino era muy resbaloso y nos quedábamos botados en los páramos.

El bus era de carrocería de madera un Ford 750 con chasis largo. Los pasajeros se acoplaban a ese vivir y hasta llevaban su cucayo. Nos quedábamos y si por ahí había algunas casitas encontrábamos algo de refugio y comida; sino, tocaba aguantar frío, viento y hambre hasta que mejore el clima para poder mover el carro.

Viajábamos con pico y pala para ayudar a sacar el carro. Pero, en la mayoría de casos era imposible hacer algo, porque el lodo era poderoso y nos vencía. Todas las carreteras eran malas y al Oriente eran peores. Un viaje no se hacía en un día. Salíamos Ibarra-Quito-Baeza-Lago Agrio. La otra vía era Ibarra-Tulcán-Santa Barbara-La Bonita-Lumbaqui, igualmente mala.

He trabajado para varias empresas y gracias al volante conozco todo el Ecuador. Conducir es mi actividad diaria y me siento orgulloso. A Dios gracias, he tenido mucha suerte, no he tenido percances que lamentar y por eso me siento afortunado de ser conductor.

¿Un recuerdo de un trabajo especial?
Todos mis trabajos han sido y son importantes para mi. He sido propietario de marcas como: Mack, Isuzu FTR, un Way americano y finalmente el Mercedes Benz que lo adquirí desde 1990. Es un modelo 2232 año 1974. Todo carro grande era a gasolina, a diesel eran el Scania y Volvo.

Hoy por mi, mañana por ti
Ningún mecánico ha metido manos en mis carros pues yo mismo arreglo y cuando mis compañeros han necesitado, les he ayudado de inmediato. Siempre digo que en el camino todos nos necesitamos; nunca se debe dejar botado al compañero. Ventajosamente, hoy con el teléfono celular, podemos sentirnos acompañados y pedir auxilio. Pero, hay que usar con precaución a esa herramienta porque mientras se maneja usarlo es un peligro.

He desempeñado muchos trabajos
He transportado balanceados para planteles avícolas y ganadería. Cuando se dio la dolarización algunas empresas cerraron o se fueron. Entonces, ingresé a trabajar en Palmeras de los Andes. Luego, me independicé para atender mi negocio de venta de madera y gracias a eso, pude ingresar a la fábrica Plywood en Codesa (Esmeraldas). Aquí me quedé y ya estoy 20 años.

La madera sale de diferentes lugares como “Golondrinas” punto bien interior en el norte de la provincia de Esmeraldas, San Lorenzo, etc. Son plantaciones sembradas, reforestadas y luego viene la cosecha.

El agente debe sentirse orgulloso
Hace poco un agente de tránsito quería levantarme una infracción que no tenía lógica. Yo le dije: “señor si me levanta esa infracción debe sentirse orgulloso porque nunca nadie antes me ha levantado una”. El agente se rió, miró mi licencia y mi historial en el sistema y me dijo: “usted tiene razón, no le voy a dañar su hoja de vida” y me devolvió mis documentos.

Para mantener impecable mi hoja de vida, practico la prudencia al conducir. Mantengo cierta velocidad y distancia cuando voy detrás de un vehículo y permanezco muy alerta. Ahora que vivimos en un mundo de miles de motocicletas, por donde andamos hay muchos motoristas imprudentes y debemos conducir a la defensiva. “Si no se controla sus emociones en el volante, puede pasar cualquier cosa negativa”.

Otro agente tramposo
Mis llantas tenían 10 mm. de labrado y el agente puso en el informe 1,5 mm (lo mínimo de labrado). Con mi propio medidor le demostré que estaba equivocado, pues descubrí que le había acortado el electrolito que usaba para medir. Yo le pedí al abogado que demuestre con un técnico que las llantas estaban bien. El agente luego vino a pedir disculpas y a pedirme que le retire la denuncia porque le van a suspender. Esos malos agentes son los que nos tienen fregados, nos hacen problemas por todo lado. Su actuación es mala y tramposa.

Antes todos manejábamos dinero
No era problema cobrar un flete barato porque se podía recuperar. Ahora no hay dinero, los fletes están caídos; un viaje al Oriente para sacar madera nos pagan mil dólares; pero, van otros y aceptan 800. Eso hacen los que han comprado carros sin tener trabajo y para pagar las deudas aceptan cualquier flete. Además, las empresas prefieren las mulas que cargan más pero les pagan menos.

Vi al “cuco” en el camino
Por el año 2000 en la vía a San Lorenzo una madrugada por la montaña por el punto Alto Tambo, era un camino cerrado, pesado. Yo viajaba cargado y le ví a una muchacha que me pedía parar el carro. Yo nunca llevo a nadie y pasé pensando ¿de dónde salió si por allí no hay nada? La muchacha era blanquita con una minifalda. Cuando paré a unos 50 metros regresé a ver y ya no había nadie. Me asusté y aceleré sin detenerme ni en huecos o mal camino. Luego supe que otros tres compañeros le habían visto. Ellos llegaron con el mal aire y para curarse iban a que les quiten con trago, hierbas, etc.

El chupacabras lo vimos mi hijo y yo
Recuerdo que paré a revisar el carro y las llantas. Era de noche cuando vimos un ave inmensa que volaba. Venía chillando desafiante contra mi. Gracias a mi carácter fuerte le enfrenté insultándole con palabras gruesas, pasó sobre mi y regresó pero se fue dejándonos muy asustados. Antes, las carreteras eran abandonadas, sin luz, pesadas y se prestaban para ese tipo de apariciones.

Como diablo en botella
Mi camión es mi compañero de vida. Cuando yo no estoy con mi carro porque lo he dejado en los patios de la fábrica, lo extraño. Acostumbro pasar unos días en mi casa cuando no hay mucho trabajo. Me siento como “diablo en botella”, no atino que hacer ni a donde ir, porque cuando está mi carro, me subo a escuchar música, duermo en el carro.

50 años de transportista profesional me permiten recomendar
Con mi experiencia siempre les digo a mis compañeros que la virtud del chofer es la prudencia. Que si quieren llegar a viejos, hay que ser muy correctos en la carretera; no sentirse superiores porque tienen un “carrazo” y cometer la imprudencia de correr y así hasta fallecen en accidentes que pudieron ser evitados. En la carretera no hay que andar jugando con esta máquina peligrosa que no solo corta su vida, sino que puede matar a más personas.