17 de septiembre 2025 10:00 por: Luis Ruiz
BV 172 agosto-septiembre 2025 • Guayaquil
Su lugar no es en la cabina del carro, pero son el principal apoyo de nuestros camaradas transportistas: sus cónyuges, compañeras de vida. Ellas son su primer contacto cuando el volante conduce a casa, esperan con la comida caliente y toallas limpias en la regadera.
Mariana Nieto es esposa de Aníbal Paredes, chofer del bus línea 90 que recorre Guayaquil de sur a norte. Hace 18 años aceptó la propuesta de matrimonio, pero no creyó que por los horarios vería a su galán, prácticamente, solo en las noches. “La paciencia y tolerancia es primordial en la mujer de un conductor de colectivo o cualquier tipo de carro. Ellos no tienen horarios, salen muy de mañana y vienen cuando los chicos están acostados”, comenta.
Iliana Pérez es la compañera del conductor interprovincial Mauricio Drouet. Para ella, la comunicación no es complicada ya que gracias a la tecnología está en contacto permanente con su amado. Lo que le apena es que por su trabajo se ha perdido varios momentos únicos en la vida de sus hijos, como cumpleaños o bautizos. “Pero, es el sustento económico del hogar y con ese duro trabajo da educación y techo a la familia”, asiente mientras realiza tareas escolares con el vástago menor de ambos.
Virginia Gonzalez conoció a Omar Medina hace 25 años y tras un breve romance, decidieron vivir juntos. Omar es camionero y su ruta casi siempre es trasladar lateríos para las industrias pesqueras entre Guayas y Manabí. Virginia atendía un restaurante en la vía Perimetral y surgió el flechazo en una entre las constantes visitas del transportista. “Hemos tenido una buena vida pero lo que me disgusta es que, a veces, si sus cosas no le salen bien en el trabajo o no le pagan, descarga su molestia en casa”, revela. Pero, tras aclararle que no debe mezclar los negocios con asuntos del hogar, continúan su idilio en paz. “Como mujer uno debe apoyar incondicionalmente a su esposo”, añade.
Uno de los momentos más críticos que vivieron Anahí López y Jerson Obando fue cuando él fue al calabozo de la CTE por un confuso accidente en el que resultaron heridos hace una década. “Fueron dos meses de angustia hasta que los peritajes demostraron la no culpabilidad de mi marido”, rememora Anahí, en esos días aciagos fue el pilar fundamental para no dejar quebrar la resistencia de su esposo. “Era muy penoso verlo y darle apoyo, pero me llené de fuerzas para contagiarle mi fe”, recordó.