22 de agosto 2023 9:00 por: Luis Ruiz
BV 160 agosto-septiembre 2023 • Guayaquil
De entrada, el mote para referirse es despectivo: buitres. Analogía que compara a una persona que se ceba con la desgracia ajena. Así identifican los conductores a los agentes de tránsito. Este irrespeto y animadversión, cortocircuita las relaciones éticas que deben prevalecer.
Las bases acusatorias apuntalan a un denominador común: coimas para no ser multados, según muchos conductores por “inventos”. Los oficiales de la CTE (Comisión de Tránsito del Ecuador) y los vigilantes de los GAD municipales se defienden con esta premisa: hacen su trabajo.
En redes sociales, noticieros y prensa son repetidas las broncas entre ciudadanos y agentes. Insultos y amenazas de tener el poderío para hacerlos echar de la institución. Inolvidable y bochornoso es el suceso del pasado enero, cuando un conductor irritado y furioso, prefirió incinerar su camioneta antes que la retenga la ATM por su evidente mal estado. Era un carro de 1977 que transportaba basura y cachinería en Guayaquil.
Erwin Cabezas afirma ser conductor responsable y tiene su vehículo en buen estado. Hace fletes por todo el litoral y, con su estadística particular indica que al pasar por 4 controles (promedio) en un viaje entre Guayaquil y Manta, “no dejo de ‘refilar’ entre 5 y 10 dólares. Pese a lo poco que cobro, me quieren multar los CTE por cualquier cosa: llantas, luces, velocidad, pintura; créame que este tema me tiene hastiado”.
Pese a que en la mayoría de los conductores aseguran cumplir las leyes de tránsito y no incurrir en contravenciones, reciben multas como caramelos en fiesta infantil. Arévalo, oficial de la CTE, pide más responsabilidad a los conductores, “yo salgo a trabajar, no a extorsionar. Una luz en mal estado, un movimiento inoportuno al volante o no poner las direccionales, son causales para una citación. El conductor se ofusca y se excusa que recién el carro tuvo el daño. Cumpliendo mi trabajo, si amerita el caso, debo expedir la citación”.
Desde 2021, los agentes de la CTE solo pueden detener la circulación cuando el conductor comete una infracción. “Si no para se le pide licencia, se verifica estado de llantas, si tiene botiquín o conos. En los operativos que son planificados se los retiene aleatoriamente”, añadió el agente.
Para los afectados, las penas no son sólo económicas, también pueden permanecer largo tiempo en el presidio por faltar a la autoridad. El parte lo escriben ellos y en eso se fundamenta el juez para sancionar. Gustavo Bravo, abogado y perito en legislación de tránsito señala: “debe reducirse esa mala práctica de detener a los choferes y revisar los carros, tipo pesquisa, para encontrar algo y extorsionar a cambio de no sancionar”.
Hay broncas en las provincias donde tiene jurisdicción la CTE. “En el abuso de autoridad radica todo. Son altaneros, amenazan con retener el carro y hacen un espectáculo de bravuconada, buscando atemorizar para que la coima sea más alta”, dice Víctor Barahona, conductor retirado que rememora con molestia las situaciones que vivió.
“Hay conductores malos y carros en mal estado, lo cual implica una infracción; pero las formas no son las correctas; falta educación”, manifestó Pavel Hurtado, conductor profesional.
Ernesto Pólit, director ejecutivo de la CTE
Considera que la coima es de doble vía: el que da y el que recibe. El famoso “arreglo” corrompe al conductor y al uniformado. Para erradicarla, no basta con decir “yo vi o me dijeron”, se debe denunciar.
El departamento de asuntos internos trabaja en ello. Si la ciudadanía es chantajeada o extorsionada por algún vigilante, debe denunciar con el nombre del oficial o la placa, lugar y hora exactos. Todos están ubicados en ruta y sabemos quién está en cada lugar. Para tomar acciones es necesaria la denuncia puntual. Hay varios sumarios abiertos. CTE tiene 5000 uniformados y, por mes, tenemos unos 10 agentes con este tipo de situaciones (no es ni el 0,5%).
La labor de la CTE es preventiva. Si el ciudadano observa a un uniformado, reduce la velocidad. No todo es malo. Si de aquí a mañana sacamos los vigilantes, se vuelve tierra de nadie. El vigilante está mal visto por los conductores.
Si tiene los papeles en regla, el vehículo está en buenas condiciones y si cumple las normas de tránsito y no excede rangos de velocidad; nadie le va a detener, ni sancionar, ni será víctima de chantajes.
Trabajamos con el cuerpo uniformado y socializamos el accionar entre los vigilantes y conductores de transporte público, escolar, pesados, taxis, para lograr una buena relación.