24 de junio 2020 11:30 por: Jorge Ricardo Cornejo
Esmeraldas
En la presidencia de José María Velasco Ibarra, mediante Decreto N° 110, de 19 de junio de 1937, se declara a cada 24 de junio como el Día del Chofer Ecuatoriano, esa profesión incomprendida pero necesaria y de gran utilidad para el desarrollo de las ciudades. En esta pandemia han sido ellos los que evitaron que el país se detenga, los que arriesgándose y exponiéndose, transportaron productos, víveres, medicinas y personas enfermas. Son los choferes ecuatorianos quienes con poco o nada de reconocimiento no descansaron en los días más duros y difíciles de esta pandemia mundial que azota a la Tierra.
En las manos del chofer profesional ecuatoriano, reposan el transporte de materiales para la industria, los productos alimenticios y muchas otras actividades, que no se las podría realizar y peor todavía, mejorarlas, sin la colaboración del trabajador del transporte. Los choferes son quienes, en camiones, mulas, tráileres, buses, taxis del sector público y privado transitan por las vías llegando a todos los rincones de la Patria.
Esa persona que madruga bien temprano y se acuesta muy de noche cuando regresa luego de recorrer miles de kilómetros, merece un aplauso. El transporte público es, sin duda, uno de los oficios más sacrificados, pero a la vez mal visto por gente que no comprende que en una sociedad todos cumplimos una tarea importante.
Sin duda alguna, como en toda profesión hay malos elementos a los cuales se debe señalar y sancionar una vez que se compruebe su culpabilidad. También se debe exigir a las autoridades comprometerse a ordenar, regular y capacitar a los conductores profesionales, pues recaudan grandes sumas de dinero por concepto de multas, renovaciones, brevetaciones y no devuelven esos valores en educación vial o talleres permanentes de concienciación en las vías.